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    viernes, octubre 07, 2005

    Francisca, la duende que jugaba al ajedrez

    La hermosa duende se sentía muy sola a pesar de estar rodeada de la exuberante belleza de la naturaleza y encontrarse junto a sus amigos los animales, que si bien tenían muy buena voluntad con ella, no poseían la capacidad ni la comprensión necesaria para jugar una interesante partida de ajedrez. Pese a los innumerables intentos del mono y del búho, quienes eran los mejores jugadores de la selva, éstos siempre perdían contra Francisca.

    La hermosa duende se sentía muy sola pese a estar rodeada de la exuberante belleza de la naturaleza
    La bella elfa se lamentaba tristemente junto a su abuela, quien le había enseñado el deporte ciencia hace tiempo y se había cansado de jugar con su nieta. Como suele ocurrir en la mayoría de los casos, el alumno terminó superando al maestro.
    No se trataba sólo que los animales tuvieran una inteligencia inferior para practicar al ajedrez, ya que por ejemplo el mono era un gran campeón después de Francisca. Incluso lo habían invitado a participar en los bosques más cercanos donde habían otras especies de animales que desarrollaban esta disciplina a gran nivel. Lo que sucedía era que la bella duende poseía un talento indiscutido para practicar el juego de reyes.
    Francisca se encontraba lamentándose junto a su abuela, quien le propuso cruzar el bosque para practicar el noble juego que se había constituido en la pasión de su vida. La tarea no sería nada fácil, ya que en otros lugares no sería reconocida como la campeona de ajedrez que era y corría el riesgo de ser devorada por las bestias salvajes. Además de ese peligro, tendría que evitar caer en los innumerables pantanos que probablemente encontraría en su camino.
    La anciana le aconsejó - Lleva tu tablero bajo el brazo y cada vez que se acerque un animal salvaje con intenciones de devorarte desafíalo a jugar una partida, de esta forma le dirás a la bestia que si te derrota podrá disponer de tu vida; y en caso contrario te tendrá que dejar continuar tranquilamente tu camino -.
    Así lo hizo y Francisca partió alegremente a través de un largo sendero; atrás fueron quedando el jabalí, el perro salvaje y el león; quienes al no poder derrotar a la duende caían en la desesperación y la tenían que dejar en paz. El rey de la selva se lamentaba - ¡Debería haberle hecho caso al mono y tomar unas clases con él! - cuando su monarca cayó en una secuencia forzada de mate.
    Lamentablemente la pequeña elfa ignoraba un pequeño gran detalle, la presencia de un mítico y extraño animal llamado "El Chupacabras", que según la leyenda de los bosques, había llegado volando en un extraño artefacto causando gran alboroto. Este desconocido transporte causó bastante impresión, pero mayor fue la batahola al estrellarse fuertemente contra tierra. Los animales que se encontraban en aquel momento observando el extraño fenómeno se acercaron a la nave y de ella salió - según cuenta la historia - un feo personaje, quien al verse rodeado intentó comunicarse con las otras bestias, pero sus intentos fueron en vano ya que todas huyeron despavoridas ante la presencia del sorprendido ser del espacio, quien desde entonces vivió como un ermitaño odiando a los habitantes del bosque y sin dejarse ver por nadie. Existían algunos lugares de la región que los animales evitaban y las criaturas no muy inteligentes, como las gallinas o cabras, cuando se internaban en aquellas zonas se perdían para siempre.
    El mítico y extraño Chupacabras
    Francisca caminaba tranquilamente sin sospechar que la acechaban unos temibles ojos, era el Chupacabras quien al ver la belleza de la duende no hizo más que seguirla boquiabierto. La extraña criatura esperó el momento propicio para atacar hasta que la elfa pasó cerca de donde se encontraba, entonces saltó y le dijo: - pide tu último deseo, que hoy te convertirás en mi cena - la duende, intentando dominar el terror que le causaba la estrafalaria criatura (¡en realidad era muy feo el Chupacabras!) le respondió - tienes que derrotarme en una partida de ajedrez para que me puedas comer, en caso contrario me tendrás que dejar ir -. En la bestia brillaron por un momento sus malévolos ojos, y no era para menos, ya que del planeta que venía se jugaba mucho este juego y él era un gran campeón. El único detalle consistía en que había dejado de practicarlo hace mucho tiempo y además no terminaba sus encuentros porque se comía a sus rivales (mejor dicho, les chupaba la sangre) a mitad de partido.
    Así comenzó el desafío más curioso de la historia donde el Chupacabras jamás se imaginó caer derrotado frente a una mujer (además era machista). Esperaba ganarle, pero enorme fue su sorpresa al verse acorralado y al no tener otra opción que inclinar su rey en señal de rendición.
    Está de más decir que el Chupacabras no sólo dejó en paz a Francisca, sino que además la acompañó en lo que quedaba de camino y desde entonces se convirtió en guardaespaldas y discípulo de la bella elfa que una vez lo derrotó en el bosque.
    FIN

    1 comentario:

    Anónimo dijo...

    Me gustó mucho su cuento de la duende Francisca. Es fresco y bastante sencillo para que lo puedan leer y comprender los niños pequeños.
    Transformé el cuento de Francisca y el Chupacabras al formato doc para ofrecérselo a mis alumnos de ajedrez de segundo y tercer grado de educación primaria.

    R.S.
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