• Entrada destacada

    Algunos ejercicios

    Dedicados a la enseñanza, realización de torneos, exhibiciones, charlas y todo tipo de actividades relacionadas con el deporte ciencia.

    lunes, agosto 22, 2005

    La inexorable marcha del tiempo

    La semana pasada anduve en el centro de la ciudad y pasé a la Plaza de Armas en la que hace años practican el deporte ciencia decenas de aficionados que se reunen tarde a tarde a disputar partidas al aire libre ante la mirada atónita de trausentes, mirones y curiosos.
    Este espacio público, comparable en importancia al Central Park de los norteamericanos, se caracteriza por ser un lugar de encuentro para diversas generaciones, ya que no sólo se juega ajedrez sino que además pululan artistas callejeros, pintores, vendedores ambulantes y otros personajes que representan bastante bien la diversidad chilena.
    Cerca de la pergola donde se realizan actividades culturales apoyadas por el municipio se instalan mesas, sillas y piezas para dar vida a un espacio, un verdadero club de ajedrez al aire libre que funciona de lunes a sábado por las tardes después de la hora de almuerzo. Sin embargo, antes de todo este desarrollo y organización actual donde se cuenta incluso con relojes digitales para disputar partidas rápidas, existió una época en la que simplemente se jugaba sentado en una banca o incluso en el suelo, sin límite de tiempo y cuando el dueño del tablero se enojaba porque perdía o simplemente se iba, también nos teníamos que ir los demás, por lo que era necesario llevar su propio juego para evitar aquello.
    Quiero compartir con ustedes una historia que escribí hace tiempo que está inspirada en esa época de romanticismo, en la que tenía alrededor de 14 años y donde los sueños e ideales eran completamente distintos a los actuales, espero que la disfruten:
    ESOS ANÓNIMOS MAESTROS
    "Hace muchos años cuando me inicié en el complejo mundo del ajedrez jugaba asiduamente en la Plaza de Armas de Santiago. En ese tiempo estaba en plena época escolar y la fascinación por el juego me había llevado a estudiarlo horas y horas sin cesar, así como buscar cualquier oportunidad para medirme con quien fuese en el tablero.
    Fue así como de tanto transitar y buscar donde practicar el juego llegué a esta plaza pública donde los aficionados jugaban en cualquier banca o en el suelo, con la única condición de que cada cual debía llevar su tablero si no quería exponerse a esperar minutos y a veces horas para disputar una sola partida.
    De esta forma conocí a uno de mis primeros “maestros”. Maestro entre comillas porque en realidad nunca más allá de un buen consejo recibí de parte de él, pero aún así trataba de imitar su forma de jugar, de mover las piezas y analizar. Este enigmático personaje, del cual ya no recuerdo su nombre, tenía una apariencia propia de un hippie. Con su cabellera larga y jeans un tanto sucios no parecía jugar al ajedrez, sin embargo al sentarse frente al tablero su semblante cambiaba y adquiría una seriedad propia de un verdadero Gran Maestro.
    Podía estar horas y horas sentado sin ser vencido por nadie. Para mi era un verdadero coloso y ejemplo a seguir, ya que además de ser capaz de ganar casi todos sus encuentros (excepto algunos juegos que terminaban en empate) a medida que avanzaba la tarde las partidas sin fin se transformaban en una especie de prueba física que podía dejar fuera de combate a cualquiera. Como se jugaba sin reloj, a veces un solo encuentro podía durar varias horas, pero precisamente en aquellos largos combates la belleza del juego se expresaba al máximo dando a conocer variantes inesperadas y geniales combinaciones nacidas como por arte de magia.
    Pero no todo era gloria y triunfo. A veces venía otro gran jugador a desafiar a este campeón para disputarle la supremacía y entonces las batallas en el tablero se extendían durante toda la jornada con ideas que dejaban boquiabiertos a muchos. Siempre se formaba un grupo de “mirones” en torno a las partidas de este personaje para comentar tal o cual movimiento efectuado. Muchas veces, sin embargo, no eran capaces de entender todas las sutilezas y genialidades desplegadas en estos duelos de titanes.
    Así fue como muchos años pasaron. Yo seguí jugando, pero a nivel federado y compitiendo contra una oposición más fuerte que la que podía encontrar en las céntricas calles de mi ciudad. Poco a poco el progreso, esfuerzo y estudio constante me permitieron alcanzar hace poco el primer grado de Maestría que exige la Federación Internacional de Ajedrez. Lejos habían quedado esos años de niñez y juventud donde todo eran ideales. Fue así como una tarde de primavera volví a la vieja Plaza de Armas, ya no para jugar, sino para recordar hermosos viejos tiempos donde disfrutaba tanto de mover las piezas en plena vía pública con gran cantidad de gente observándote.
    En ese momento vi a mi viejo “maestro”. Los años no habían pasado en vano en él y se le veía más canoso y con el rostro cansado. Sin embargo, tenía el mismo aire misterioso y de concentración absoluta al jugar sus encuentros. Me acerqué donde disputaba su partida sin que se diera cuenta. Tenía una posición sencilla según mi opinión y sin embargo cometía muchas imprecisiones y errores ¿Qué sucedía? ¿Dónde estaba el gran campeón que había conocido hace muchos años antes? Al quedarme observándolo me di cuenta de la realidad... Cuando era un niño y recién me estaba iniciando en el juego, para mi la fuerza de este jugador era comparable a la de los campeones o grandes maestros que aparecían en los libros que estudiaba, siendo sin embargo la realidad muy diferente a eso, ya que no pasaba de ser un fuerte aficionado, que ahora seguramente derrotaría sin dificultades. Cuando era un escolar para mi era el ajedrecista más fuerte realmente, ya que no sabía mucho de ajedrez y aún no conocía maestros de verdad que compiten a nivel internacional. La visión de un niño va cambiando a medida que madura y crece y esto se extiende a todos los aspectos de su vida.
    Todo este proceso de razonamiento me llevo unos cuantos minutos mientras miraba su partida. De pronto él levanto la vista y me miró, pero al igual que años atrás, sólo se limito a sonreír a manera de saludo y realizar su próxima jugada. Yo miré un rato más y me alejé.Pese a toda esta situación, para mi este personaje anónimo siempre será uno de mis primeros "maestros" y le recordaré con mucho cariño, puesto que la pasión por este noble juego fue alimentada gracias a sus interminables partidas y geniales combinaciones que vivirán por siempre en mi memoria". FIN

    6 comentarios:

    Anónimo dijo...

    No me lo puedo... Que pequeño es el mundo. Resulta que yo tambien tengo un diario online (http://spaces.msn.com/members/avertigo/ ) y lo acabo de indexar en Bitacoras y me fijé que tu estabas tambien... jaja. En fin, soy Avertigo, el famoso Avertigo de FICS, que ahora juega en FICS y en Playchess. Sin más me despido desde el otro hemisferio, a espera de poder pegarte una tunda pronto al ajedrez :-D

    Anónimo dijo...

    Hermosa historia, jorque, aunque ese anonimo personaje de plaza, para mi es el verdadero GM del ajedrez, aquel que juega por amor, no por dinero ni por ELO,
    ese malentrazado habitue de la plaza era un verdadero artista.
    ENTONGADO

    Anónimo dijo...

    Pues no solamente se debe

    Anónimo dijo...

    Me parece que no tiene mucho para para enseñar la historia, pero tambien creo que es bueno recordar nuestras raices ya que, en este caso fue tu muza inspiradora ese hippie como vos decis.Y hay que valorar el empeño que ponia este personaje de la plaza chilena.gracias por escuchar mi humilde opinion.Alexis de Agentina.

    Anónimo dijo...

    Que buena la historia, me sentí identificado. El ajedrez tiene la magia de permitir encuentros entre personas de distintas edades y clases sociales, haciendo que estas diferencias pasen a un segundo plano cuando son las ideas las que se enfrentan en el tablero. Cuando era niño, también tuve un primer "maestro" anónimo que, sin proponérselo, fomentó en mí la pasión por este hermoso deporte. Saludos, gracias.

    jaime dijo...

    Necesito que me contactes, quiero hacer un proyecto para la ciudad de curicó, como club social de ajedrez en la plaza, al igual que en santiago.

    Fashion

    Beauty

    Travel