En una Semifinal de un Campeonato de Chile me encontraba analizando la variante de mi respectiva partida y tenía una posición superior. Calculo una secuencia forzada de cuatro movimientos que ganaría otro peón que se agregaría al que ya poseía de ventaja, si a esto le sumamos un ataque directo al rey seguramente mi rival debería rendir pronto. Realizo la movida, el corazón late rápido, nos encontrabamos en apuro de tiempo, dos minutos me quedaban para realizar las restantes jugadas de la partida mientras mi rival contaba con cinco. Mi oponente analiza, se sabe pérdido, de pronto en un gesto histriónico levanta la dama y la mantiene suspendida en el aire por un momento que me pareció eterno, luego la deposita en una terrible casilla. Suben los colores a mi rostro, me pregunto ¿cómo es posible que no haya analizado aquella posibilidad? El tic-tac del reloj no se detiene, la jugada realizada es tan letal que no sólo detiene todas mis amenazas, sino que además significará la pérdida inevitable de un caballo o un alfil y debo abandonar a su suerte uno de los dos, juego rapidamente, no entregaré el punto sin dar una buena lucha, pero mi rival no suelta la presa y hace valer su superioridad material después de un frenético ir y venir de piezas. Finalmente debo que reconocer la derrota.
Para muchos el relato anterior les debe parecer una derrota normal en un campeonato de ajedrez, pero no lo es. Después que depuse las armas en aquella partida un observador advierte que mi rival realizó una jugada ilegal, o sea, cuando movió su dama la soltó en una casilla a la que era imposible que llegase aquella pieza, a menos que tuviese super poderes similares al hombre elástico de la película "Los cuatro fantásticos". Yo no había calculado esa continuación porque simplemente no existía y obviamente mi desconsuelo se hizo mayor, ya que no sólo me habían derrotado, sino que además lo habían hecho mediante una jugada ilícita.
En ese momento conversé con la persona, la que se encogió de hombros diciendo la frase "no nos dimos cuenta", pero hasta el día de hoy tengo la certeza de que no habría encontrado una jugada tan sorprendente y además ganadora por omisión, o que de un momento a otro se le hubiesen olvidado las reglas del ajedrez, caso posible si estamos jugando contra un principiante, pero poco probable si se trata de una competencia tan importante como lo es la semifinal de un torneo nacional.

Hay muchos casos de triquiñuelas o trampas en ajedrez, como por ejemplo el de la persona que olvida presionar su reloj perdiendo por tiempo ante el típico control de una hora para veinte jugadas, mientras que el rival de turno se concentra en analizar sin advertirle nada, es cierto que tampoco es su obligación de acuerdo al reglamento, ¿pero es moralmente correcto ganar así? Muchos señalan que en la competencia todo vale, es cierto, pero eso llevarlo a extremos la mayoría de las veces es poco ético.
Una actual norma del Federación Internacional de Ajedrez sanciona el uso de celulares durante una competencia ¿el por qué? con el fin de evitar ayudas exteriores en forma de mensajes. También se han dado muchos casos de jugadores con pocos escrúpulos que han consultados sus programas de bolsillo para ganar partidas en torneos, por lo que se ha decidido prohibir el uso de aparatos electrónicos. Al respecto el recién retirado Gari Kaspárov dijo hace poco: “En lugar de aplicar el control antidopaje al ajedrez, mejor sería instalar detectores de metales, o incluso aislar la sala con un bloqueador de ondas para impedir cualquier transmisión electrónica”.
Hace tiempo leí el caso de un aficionado alemán llamado Clemens Alwerman, quien saltó a la fama al ganar el abierto de Böblingen en diciembre de 1998 delante de muchos titulados internacionales. Su larga melena, ideal para esconder un microauricular, despertó la sospecha, que se tornó en certeza por un gesto de petulancia: Alwerman anunció un jaque mate inevitable en ocho jugadas en una posición complicadísima. Ni siquiera un campeón mundial sería capaz de calcular con esa precisión.
¿El fin justifica los medios? En partidas blitz o semirápidas he visto que en apuros de tiempo ciertos jugadores colocan las piezas en medio de dos casillas a propósito, cosa que si algún trebejo desprevenido se acerca demasiado, éste se acomoda de manera conveniente para capturar al del oponente, o el caso de quién no tiene una dama para coronar un peón y comienza a jugarlo como si fuera aquella pieza sin cambiarlo, cuando lo correcto sería detener el reloj para solicitarla al árbitro del torneo. Muchos creen que el resultado es lo más importante y no escatiman esfuerzos ni métodos por alcanzarlos, pero no debemos olvidar que el ajedrez es un deporte y como tal tiene que ser leal y debe primar en él los principios de un juego limpio.
Cuanto me habría gustado que el rival de aquel lejano encuentro al darse cuenta que me ganó mediante una jugada ilegal hubiese solicitado al árbitro jugar de nuevo la posición o propuesto la nulidad de la partida, en fin como dice la frase "soñar no cuesta nada".
5 comentarios:
Buen relato. Sin duda que el fin no justifica los medios, pero Maquiavelo y su libro "El Principe" han marcado nuestra sociedad. Felictaciones por tu blog. Saludos, Jaramais
Interesante.
Pienso que sólo hubo un perdedor en aquella partida... no fuiste tú. Sencillamente porque nunca se puede perder lo que no fué tuyo, así que alguien anda por el mundo con un pedacito menos de honor, humildad y quién sabe con algún que otro remordimiento... ¿aún crees que fuiste el que perdió?
¿El fin justifica los medios? . Sí, pero solo cuando los medios son verdaderos remedios y no es menester que se justifiquen a sí mismos y no exista duda de la integridad de los mismos.
a10! y bonito bio-log
Estimado Marcelo
No creo que el fin justifique los medios, por eso en lo referente al juego que nos apasiona, no justifico de ninguna manera, es mas deberia estar penalizado el jugar via internet con ayuda de programas, lo encuentro poco etico y casi inmoral...espero al igual que tu que el chilenito que te hizo la talla de la jugada ilegal sea conocido en el ambiente para asi tener presente su "maña"
un abrazo
Alfredo Cancino
Yo opino que el fin, no siempre justifica los medios, pero hay ocasiones en que debemos hacer uso de lo que esté a nuestro alcance para lograr nuestros objetivos.
Es importante lograr nuestros fines u obejetivos, pero mas importante es lograrlo legalmente,
lamentablemente la realidad en la que vivimos nos impide muchas veces hacerlo de esa manera, con esto no trato de justificar los medios ilicitos que se utilizan, solo se vive una vez y hay que ver nuestros deseos realizados.
Publicar un comentario